Ni asomo de vértigo al posar el dedo sobre la profunda depresión que desciende hasta 2.836 metros en la llanura abisal situada entre Cabo de Palos y la costa argelina. Otra cosa sería estar allí flotando y sabiendo al mismo tiempo que tenemos casi tres kilómetros de agua bajo nuestros pies. ¿Alguien se lo imagina? Para eso sirven los mapas: con ellos viajamos veloces y sin perder las maletas, saltamos de ciudad en ciudad y de frontera en frontera y, a veces, incluso recorremos el fondo del mar, temeridad esta última que podemos abordar –en seco– gracias a la nueva cartografía que acaba de editar el Instituto Español de Oceanografía (IEO), y que se repartirá en todos los centros educativos de la Región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario